Orígenes

Recientemente salió el avance de lo que será la próxima película del Hombre Araña, y para quienes disfrutamos del personaje, resulta emocionante ver cómo se desarrolla en el cine una nueva versión de esta historia. En lo personal, espero con ansias que la trama nos lleve a ver pronto al simbionte, un parásito extraterrestre que se aloja en un huésped viviente brindándole poderes y fuerza descomunales.

En una de las tantas versiones de la historia, el simbionte llega a la Tierra en un meteorito, entra en contacto con el arácnido, y posteriormente se aloja en su némesis: Venom. Es por eso que el 23 de abril, cuando cayó un meteorito en Aguas Zarcas, lo primero que se me vino a la mente fue la posibilidad de un Venom tico columpiándose por San Carlos.

Recientemente, expertos de la Escuela Centroaméricana de Geología de la Universidad de Costa Rica (ECG) tuvieron acceso a este fragmento de roca, y si bien no encontraron indicios de un simbionte, el hallazgo no dejó de ser emocionante.

El informe elaborado por los geólogos confirma que el fragmento de roca se trata de un meteorito, específicamente una condrita, posiblemente de tipo carbonácea. Ambos términos son reveladores, ya que al hablar de condritas, nos referimos a meteoritos que contienen en su estructura pequeñas concentraciones minerales de forma circular conocidas como cóndrulos, formados hace aproximadamente 4500 millones de años en la nébula solar que más tarde dio origen a nuestro sistema planetario.

Esto hace al meteorito un testigo del origen, no sólo de nuestro planeta, sino de todo el sistema solar, que cuenta en su estructura química con una fotografía del momento en que éste se formó.

Pero el término condrita se vuelve aún más interesante cuando consideramos la posibilidad de que sea carbonácea, ya que esta variedad se caracteriza por tener entre 1% y 4% de su masa en carbono, que como sabemos es el elemento en el que se basa la vida.

Algunos científicos proponen que estos meteoritos podrían haber traído los ingredientes necesarios para formar la vida a nuestro planeta, ya que estudios, como el que realizó un equipo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España en 2016, demostró que las condritas carbonáceas en ambientes similares al de la Tierra primitiva, tienen la capacidad de sintetizar compuestos orgánicos claves para la formación de proteínas, ADN y consecuentemente vida. Esto hace al meteorito de Aguas Zarcas un hallazgo sin precedentes en Costa Rica, que aunque no trajo formas de vida como el simbionte, podría por lo menos tener pistas del origen de la vida en la Tierra.

Es así como una pequeña descripción de tres palabras como “condrita posiblemente carbonácea”, dan a este meteorito un gran valor científico, por lo que no es de extrañar que poco después de que se confirmara su origen cósmico, se vendieran fragmentos de unos pocos gramos hasta por 200.000 colones.

Sin embargo, ¿cuánto vale realmente un meteorito como éste en el mercado? Nada. A menos de que esté en manos de un científico capaz de estudiarlo e interpretar lo que sus cóndrulos y minerales nos tengan que contar. Su valor realmente transciende lo monetario, y la oportunidad de que científicos costarricenses tengan acceso a estudiar sus fragmentos es única.

Es por esto que resulta extraño leer en el informe de la ECG que se realizaron análisis in situ en la casa de los propietarios y se tomaron prestados los fragmentos para hacer análisis posteriores. Esto abre el debate sobre si se debería tener la propiedad de un meteorito por el simple hecho de encontrarlo.

Si el gobierno administra todo patrimonio de interés ambiental, histórico y cultural ¿Por qué no hacer lo mismo con aquello que tenga un alto valor científico y ponerlo en manos de quienes lo hagan valer?

Deberíamos buscar la forma de asegurar que todo hallazgo de interés científico como el meteorito de Aguas Zarcas, esté en instituciones y universidades públicas, donde pueda revelar nuevos conocimientos a los profesionales, enseñar a los estudiantes e inspirar a la comunidad.

Si como a mí les decepcionó que el meteorito no trajera un simbionte a Costa Rica, continuemos descubriendo, a través suyo, nuestros orígenes.