La inestabilidad en un país tropical como el nuestro es un asunto ligado a la cotidianidad costarricense. Y no solo hablando desde un ámbito social, económico o laboral, en donde hay situaciones preocupantes. Sino, específicamente, la inestabilidad del terreno superficial, que es el tema por desarrollar a continuación. Terreno que conforma el área que nos hemos encargado de dominar, inclusive a veces, sin realizar estudios de viabilidad o análisis de estabilidad de laderas. Laderas donde muchas personas llegan a establecerse y en donde planean tener una vida relativamente tranquila; hasta que ocurre la falla de la superficie y se ven envueltos en situaciones un poco riesgosas.
Causa
Uno de los principales activadores de la falla del terreno son los sismos, factor importante a considerar en un país tectónicamente activo, donde en el último quinquenio se reportaron más de 100 temblores sentidos por la población, registrando para el 2018 un total de 175 sismos percibidos por la comunidad costarricense. Ahora, sumado a esto los miles de milímetros de lluvia al año que caen en distintas zonas del país, conforman la receta perfecta de un deslizamiento, un derrumbe o una falla del terreno y es solo cuestión de tiempo para que una tragedia pase.
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Ahora bien, si resulta completamente inevitable construir en zonas riesgosas, es conveniente realizar algunas labores de mitigación con el objetivo de proteger obras y adecuar el terreno ante alguna posible eventualidad, con tal de que usted, señor lector, tome decisiones acertadas y no corra riesgos. Cabe decir que son múltiples los métodos utilizados para estabilizar el terreno, que obedecen principalmente a una de las fuerzas de la que no nos podemos librar: la gravedad.
Uno de los métodos principales y más utilizados en el país son los muros de contención o también llamados muros de gaviones, incluso hasta se les podría nombrar “panacea de contención de masas ingenieril”, pues al parecer es la solución inmediata para muchos terrenos que presentan cierta falla o inestabilidad. Sin embargo, un estudio adecuado de la zona de riesgo es el que dictamina el método óptimo para cada situación. Si bien pueden ser relativamente económicos y es usual verlos a lo largo de carreteras, en las bases de los puentes, en los cauces de los ríos o incluso en el patio de nuestras casas, es importante evitar un sobreuso de ellos, pues dependiendo de la magnitud del movimiento de masa, estos muros pueden ser igualmente arrastrados junto con otros materiales que se deslicen.
Otro de los métodos muy utilizados en el país es la creación de terrazas, haciendo uso de maquinaria para movimiento de tierras, lo que se busca con esto es tratar de reducir el ángulo de inclinación de los taludes, pues es menos probable que haya desprendimientos de material en un talud con inclinaciones menores a 45º, a uno que esté completamente vertical. Íntimamente ligado al tipo de material que forma el talud, pues una roca dura será más resistente que una capa de suelo suelto y blando.
El “soil nailing” es otra técnica que se ha empezado a utilizar en el país y puede ser vista a lo largo de los taludes que resguardan las carreteras, como en la ruta Interamericana Sur, la radial de Alajuelita o la ruta 27. Consiste en clavar pernos en los taludes con tal de anclarlo y evitar deslizamientos y derrumbes, generalmente la ladera es cubierta por una capa de concreto o geotextil el cual ayuda a drenar el agua del talud, que es un fuerte disparador de la falla de las laderas. Asimismo, en muchas ocasiones se busca poblar estos taludes con vegetación, para que consoliden más el terreno y se mitigue la erosión en la zona.
Así pues, pilotes y micropilotes de concreto anclados, bermas de contención, muros de concreto y atirantados, pueden ser otras técnicas a utilizar para estabilizar terrenos inestables. Sin embargo, estos no son de uso exclusivo ya que se pueden combinar distintos métodos con tal de encontrar la mejor solución ante distintas variabilidades de la superficie.
Conciencia
Desde un punto de vista educacional y cultural, es importante enseñar a la sociedad, en general, acerca de la amenaza que representa vivir y desarrollarse en un país tropical y más aún en laderas, ya sean estables o inestables, con tal de empezar a crear soluciones que sean a largo y no a corto plazo. Porque seamos sinceros, resulta muy llamativo construir una casa con vista hacia el Valle Central y además, la altura siempre ha sido símbolo directo de superioridad. Así que si esto se quiere es responsabilidad tanto de las autoridades estatales como de usted: señor o señora, tomador de decisiones y empoderado, en aras de resguardar su seguridad y la de los demás.
Porque no genera efecto alguno el observar hacia el volcán Irazú y darse cuenta de que el basto verde tiene un parche amarillo. O notar que en el bosque virgen del Barva un tono chocolatoso suplantó plantas y árboles a lo largo de sus laderas, ya que estos sitios son meramente dominados por la naturaleza. Pero por otro lado, sería evidente y de gran notoriedad la aparición de estas cicatrices en el terreno cerca de Santa Ana, Escazú, Patarrá o Aserrí donde se vería afectada directamente la población y no solo unos cuantos miles de organismos arbóreos.