Dilema eléctrico

Para nadie es un secreto que los combustibles fósiles, como la gasolina y el diésel, contribuyen con el creciente calentamiento global. Con el propósito de reducir este problema, en Costa Rica se aprobó una ley que, entre otros beneficios, exonera a los vehículos eléctricos del pago de impuestos, de forma que sean más accesibles para los ciudadanos.

Según la comunicación oficial del Gobierno de Costa Rica, durante el 2018 se sobrepasó en un 98% la generación de energía proveniente de fuentes renovables. La idea de conducir un vehículo eléctrico en este país parece “limpia y verde”, por lo que me propuse sustituir mi vehículo actual por uno eléctrico e investigar sobre la mejor opción que podía adquirir.

Hubo muchos artículos y noticias que apoyaban esta tecnología; sin embargo, un artículo hizo que me preguntara ¿de verdad el impacto ambiental de los vehículos eléctricos es menor que los de combustión?

El dilema nació cuando el artículo resaltó que las baterías que impulsan a los vehículos eléctricos contienen grandes cantidades de metales que se obtienen por medio de la minería, como cadmio, níquel y litio. En consecuencia, no se puede desligar a los vehículos eléctricos de los impactos que produce esta actividad: degradación del suelo, pérdida de hábitats naturales y calentamiento global, entre otros.

Como el artículo era internacional y no sobre un país cuya electricidad proviene de fuentes renovables, quise analizar un poco más antes de tomar una decisión.

Como el mayor impacto del vehículo eléctrico es su batería, desde el día cero, aún sin haber consumido electricidad, ya cargará con una cantidad significativa de emisiones. Si lo comparamos con los vehículos de combustión, que comienzan a generar emisiones conforme utilizan combustibles fósiles, nuestra primera conclusión es que se requerirá tiempo para equiparar las emisiones generadas por ambos vehículos. En otras palabras, en la carrera por generar menos emisiones mi vehículo actual lleva la delantera.

Ahora bien, en ese análisis también es necesario contemplar si se deben atravesar frecuentemente áreas congestionadas. Los vehículos de combustión son menos eficientes en situaciones con mucho tráfico, ya que consumen mucho combustible cuando no se mueven, mientras que los vehículos eléctricos no consumen nada si se encuentran completamente detenidos.

Según lo anterior, si yo tuviera que transitar diariamente zonas con mucho tráfico, probablemente mi vehículo de combustión alcanzaría rápidamente las emisiones por la fabricación de la batería del vehículo eléctrico. Pero como mis rutas habituales suponen desplazamientos muy cortos, en áreas con poco tráfico, la situación de balance entre las emisiones de ambos vehículos se alcanzaría lentamente.

Otro aspecto a tomar en cuenta es el tipo de vehículo que se tiene actualmente. Aquí es importante recordar que el transporte público siempre será menos contaminante que el transporte privado, pero si ya se cuenta con un vehículo, el impacto cambiará dependiendo de la cantidad y tipo de combustible que utilice.

Evidentemente los vehículos de más de 20 años, de grandes motores impulsados con gasolina, son los que generan mayores emisiones. En consecuencia, si se cuenta con un vehículo de estas características, es muy probable que se contamine menos al cambiar a la tecnología eléctrica. Sin embargo, también influye el tipo de vehículo eléctrico que se adquiera, ya que hay algunos con baterías más eficientes que otros.

Considerando que tengo un vehículo de menos de cinco años de antigüedad, con un motor de 1200cc, aunque sea de gasolina, el impacto ambiental que genero es relativamente pequeño.

En síntesis, el vehículo eléctrico de mis sueños necesitará al menos 9 años para producir menos emisiones que mi vehículo actual. Las baterías tienen una vida útil que ronda los 10 años, por lo que si la utilizara hasta el final de su vida útil, se podría decir que el vehículo eléctrico tendría un impacto ambiental ligeramente menor que el de combustión.

Después de este análisis, considerando que cuento con un vehículo relativamente nuevo y con un motor pequeño, que no recorro distancias largas ni con mucho tráfico, no parece razonable cambiar mi vehículo de combustión.

Antes de adquirir un vehículo eléctrico es necesario analizar en detalle nuestra situación. Después de todo, la opción de cambiar nuestro vehículo de combustión podría ser menos verde de lo que pensamos.