Nuestra olorosa realidad

Blaise Pascal, científico y escritor francés del siglo XVII dijo alguna vez: una de las principales enfermedades del hombre es su inquieta curiosidad por conocer lo que no puede llegar a saber. Si bien esta frase describe correctamente la curiosidad humana en algunos ámbitos como el académico o el científico, hay otros aspectos más cotidianos que no parecen despertarla.

¿Cuántas cucarachas habrá en mi casa?, ¿de qué vaca proviene mi hamburguesa? o ¿con cuántos ácaros dormiré esta noche?, son solo algunas de las preguntas que no encajan con la afirmación de Pascal. Al contrario, muchos queremos ignorar la verdad tras cada una de estas preguntas, incluso si intuimos la respuesta.

Una de esas preguntas podría haberse formulado en nuestra mente en alguna de las tantas ocasiones que hemos ido al baño. Convenientemente,  John Harrington creó un 1597 un maravilloso invento llamado “inodoro” que hace que no debamos preocuparnos más por ello, con solo “jalar la cadena”.

Saber qué sucede con las aguas negras después de descargarlas es una de esas cosas que preferimos no saber. En Costa Rica fue así, al menos hasta el 2014, cuando el Instituto de Acueductos y Alcantarillados (AyA) observó que a esa fecha solamente el 4,2% de la población contaba con acceso a un alcantarillado sanitario con el tratamiento adecuado, por lo que comenzó a implementar un proyecto para ampliar este servicio a la población.

Según el más reciente Informe del Estado de la Nación (https://estadonacion.or.cr), este proyecto logró ampliar este servicio en el 2017 a través de alcantarillado sanitario a un 14,4% de la población, lo que es todavía un porcentaje muy bajo y nos genera otra incómoda pregunta: ¿Qué ocurre con las aguas negras del resto de la población?

De acuerdo al Estado de la Nación, el 74,5% de la población ha recurrido a la instalación de tanques sépticos como medida para afrontar la falta de un alcantarillado que traslade sus aguas negras a plantas de tratamiento. Los tanques sépticos son en realidad sistemas que tratan individualmente las aguas  negras de cada casa o construcción, degradándolas biológicamente primero y filtrándolas después, para finalmente descargarla en el suelo con condiciones aptas para que este termine de tratarla naturalmente y la reintroduzca en el ciclo natural del agua.

Los tanques sépticos son técnicamente una buena alternativa ante la falta de saneamiento público, ya que suelen funcionar bien como sistema de tratamiento siempre y cuando se instalan en zonas cuyos suelos no sean muy permeables ni tengan acuíferos que se encuentren muy cerca de la superficie. Podríamos decir que esta es una generalidad en la Gran Área Metropilitana (GAM).

Sin embargo, los tanques sépticos cuentan, en su funcionamiento, con una particularidad que produce un problema. Generan materia orgánica degradada que comúnmente se conoce como “lodos sépticos”. Estos lodos se acumulan con el tiempo dentro del tanque, el cual eventualmente debe vaciarse para que pueda seguir funcionando correctamente.

El 75,4% de la población que tiene un tanque séptico seguramente conoce el proceso. Se llama a una persona o empresa que llega en un camión cisterna y, mediante una bomba, pasa las aguas negras al camión y se las lleva.

Es en este punto en el que los tanques sépticos tienen su mayor problema, ya que normalmente no hay certeza de lo que ocurre con los lodos sépticos después de ser retirados del tanque. De esta forma, “llamar al camión cisterna” se convierte en un equivalente a “jalar la cadena”, en el que alguien se lleva nuestros desechos sin importarnos qué ocurre con ellos después.

Lo que ocurre después es que parte de las empresas que prestan este servicio de limpieza descargan de manera ilícita los lodos en ríos, lotes baldíos e incluso en las cunetas de las carreteras. Así concluye nuestra olorosa realidad.

La página del Ministerio de Salud cuenta con un registro de las empresas autorizadas para trasportar aguas residuales, en el que solamente hay cinco empresas inscritas, tres de las cuales no son del GAM (www.ministeriodesalud.go.cr/index.php/informacion/aguas-residuales). El hecho de que solamente haya inscritas dos empresas en el GAM para limpiar el alto porcentaje de tanques sépticos existente, y de que además, este registro no se actualice desde el 2016, evidencia el poco control que la autoridad sanitaria ejerce sobre esta actividad.

Tener buenos controles sobre las empresas que transportan aguas negras es una necesidad de salud pública porque, actualmente, una casa que tiene un tanque séptico y no logra certificar el correcto tratamiento de sus lodos, es igual a una casa que descarga su inodoro directamente al río.

Pascal planteó una metáfora en la que describe la curiosidad humana como una enfermedad por conocer lo que no puede llegar a saber. Al menos, en lo que respecta a aguas negras, es precisamente la falta de curiosidad la que podría volverse una enfermedad. Y no metafórica.